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LW&C: Babycart at the River Styx (1972)


Los 3 dioses de la muerte
Por Fingolfin

La segunda parte de la saga “Lone Wolf and Cub” es la que está considerada como mejor de las seis. No me atrevería a afirmar tanto, pero al menos si puedo decir que está mejor dirigida que la primera, gracias a la velocidad que se le imprime, evitando recaer en escenas excesivamente lentas.

Itto Ogami continúa su viaje buscando trabajos de mercenario, pero los Yagyu no descansan, y mediante su sección de ninjas Akashi-Yagyu, tratarán de poner fin a su vida como sea. Además de hacerles frente, Ogami tendrá que llevar a cabo un nuevo trabajo, consistente en quitar de en medio a tres de los asesinos más peligrosos y despiadados de Japón.

Con un argumento ligeramente mejor y mas ameno que su predecesora, mantiene el mismo esquema de desarrollo. La historia comienza con su habitual enfrentamiento con los Yagyu, y termina con el cumplimiento de su misión. Resulta interesante el elemento de las mujeres ninja tendiendo emboscadas a Ogami de mil formas distintas, y viéndole responder estupendamente ante todas ellas.
Se utilizan mucho y muy bien los sonidos que hacen los mendigos con sus metales, haciendo sentir al espectador la persecución constante que la familia Yagyu hace a nuestro protagonista. Unos sonidos que le recordarán enormemente el día que murió su mujer.

Por otra parte el carricoche de Daigoro cada vez tiene menos que envidiar a los coches de James Bond, ya que casi todas sus piezas terminan transformándose en cuchillas y espadas (sin olvidarnos que incluso se llega a utilizar de vehículo anfibio). Gracias a éste instrumento es el hecho de que tengamos muestras de combate con tres armas distintas: katana, lanza, y naginata, siendo ésta última la que personalmente me resulta más vistosa.

Las coreografías de Misumi son muy distintas a las elegantes representaciones que he visto en otras de sus películas. Su principal diferencia es la sangre. Un uso increíblemente exagerado, muy por encima incluso de otros films como “Azumi”, “Kill Bill”, o la “Zatoichi” de Kitano. Brazos, piernas, manos, dedos, cabezas, cualquier parte del cuerpo sirve para dedicarle unos segundos de cámara una vez separada del cuerpo. Si no fuera por el escaso realismo que ofrecen los medios de 1972, estoy seguro de que no se alejaría mucho de películas como “Izo”.

Los seguidores de la serie disfrutaran de lo lindo con su segunda entrega, y ellos mismos podrán juzgar si realmente es la mejor de todas. Personalmente no lo creo, pero al menos seguro será la más sangrienta. Difícil elección.

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