El final de una saga
Por Fingolfin
La sexta y última película de “Lone Wolf and Cub”, dirigida por Yoshiyuki Kuroda que no desmerece en absoluto el trabajo de Saito y de Misumi, sino todo lo contrario, y que no se atrevió a darle final a la serie, dejándola completamente abierta a una posible secuela que nunca llegó.
En esta ocasión son los Yagyu los que preparan el ataque contra Itto Ogami y Daigoro. El rival fuerte del film se presenta como Kaori, la hija pequeña de Retsudo Yagyu, y la que parecía era la única que quedaba. El enfrentamiento entre ambos llega mucho antes de lo esperado, pero no era más que un aperitivo, por que el hijo bastardo de Retsudo entra en acción, junto con sus Tsuchigumo.
La manera en la que Yoshiyuki Kuroda aborda el film era la ideal para darle conclusión. El ataque viene de manos de los diabólicos Yagyu, en forma de asalto final. Primero con Kaori, a la que se dota de una técnica innovadora pero bastante absurda. Si el director parece presentarla como el combate definitivo, nos llevaremos una gran sorpresa cuando a los veinte minutos ya se encuentre cara a cara con Itto Ogami.
La inclusión de tres “zombies” Tsuchigumo que se mueven como gusanos bajo la tierra, no se utiliza con la finalidad de combate, sino que son un elemento para sacar por primera vez algo de miedo en el lobo solitario, matando a todo el que se acerca a el, y alejándolo del resto de la gente (el llamado Tsuchigumo-style).
Kuroda tiene un efecto barredor sobre la familia Yagyu, elimina completamente los hijos de Retsudo para hacer al espectador una idea de la situación real de la lucha. Una vez terminados los hijos legítimos, aborda el tema de dos hijos bastardos que tuvo con una concubina, un recurso mas típico de telenovela sudamericana, que de cine samurai, pero que tiene un resultado positivo.
Retsudo encuentra a su hijo Hyoei en las montañas. Este ultimo se entromete en la historia no bajo el mando de su padre, sino bajo el suyo propio. Pese a que está apunto de acabar con Itto Ogami, al final accede al esperado enfrentamiento entre ambos. Curiosidad de este personaje, después de la inclusión de zombies en la serie, lo único que le faltaba era la escena final de incesto que roza la necrofilia entre Hyoei y su hermana.
Kuroda no quiso repetir otra batalla final como venia siendo costumbre en las últimas películas, sino que innovó con un enfrentamiento sin igual en la nieve sobre trineos y esquís, contra cientos de soldados de Yagyu. Un espectáculo visual al alcance de muy pocos en 1974, que ponía un broche de oro a la que quizás ha sido la mejor saga samurai de la historia.
Como homenaje final a la serie, solo quería mostrar mi aprecio a la multitud de elementos característicos que han compartido los seis films. Desde las brutales coreografías con efectos sangrientos muy exagerados, hasta el carricoche de Daigoro. Este ultimo ha pasado de ser un cochecito de madera cuyo mayor accesorio era la tela para los días de lluvia, a un verdadero vehículo de combate. Desde que apareciera en escena se le han incluido numerosas armas cortantes, tanto extraíbles como lanzables. Se le añadieron ametralladoras en “Babycart to Hades”, en “In Peril” se confirmó como vehículo anfibio y se le añadieron paneles de protección. Finalmente en “White Heaven in the Hell” se convirtió en trineo, y se le permitió blindar la carrocería.
A todos aquellos que aun no la hayan visto, es una oportunidad ideal de conocer esta soberbia saga que narra las aventuras de Itto Ogami y Daigoro, o como se les recordará siempre, “El lobo solitario y su cachorro”.
LW&C: White Heaven in the Hell (1974)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario