Paseo por el infierno
Por Fingolfin
5 hombres que se cubren los rostros con dibujos de demonios tienen una quinta parte del dinero y de la historia, prueban las habilidades de Itto Ogami antes de relatarle la parte que conocen. La misión parece sencilla, pero el hombre al que tiene que matar está relacionado directamente con los Yagyu, por lo que todo se complicará más. Y no solo eso, en su camino, una joven le encargará un asesinato de altura, un padre, una madre y un hijo…líderes del clan que le encomendó el asesinato inicial. El ex-Kaishakunin del Shogun tendrá que hacer uso de todas sus habilidades para salir airoso de esa complicada historia.
Kenji Misumi retomó la dirección por donde la había dejado Buichi Saito, para rodar la quinta entrega. Un argumento y guión que considero el mejor de la serie, que sin embargo a nivel visual no es tan espectacular como el de “Babycart to Hades”.
Como vemos, el director prueba una nueva formula, ¿Por qué mantener siempre a los Yagyu como elementos secundarios de su misión? Además de tratar de combinar durante el desarrollo el “elemento Yagyu” con el “elemento misión” como ya hizo Saito, lo que hace Kenji Misumi es fusionarlos. Es decir, la misión tendrá una relación directa con los Yagyu, ya que el primer miembro al que debe asesinar pertenece al clan.
Muy interesante y acertado considero el planteamiento de la película. El número cinco se convierte en una repetición que llama la atención al espectador. Recordaremos la mítica frase de Ogami: “Cobro 500 ryo por asesinato”. Tenemos cinco hombres, con cinco partes de la historia, y cinco partes del dinero. Si a todo eso añadimos que esta era la 5º película, y que Retsudo Yagyu estaba directamente relacionado con el trabajo, todo indicaba a que Misumi pensaba terminar la serie con este film. Sin embargo no es así.
Como siempre, hay poco que reprocharle al trabajo del director. Las músicas de la serie “Lone Wolf and Cub” han pasado a formar parte de esas melodías míticas que recordarás siempre para asociar a una saga de films (“James Bond”, “Misión Imposible”…). Las coreografías están tan logradas como las de las películas anteriores, solo variando de unas a otras la cantidad de sangre utilizada (difícil alcanzar en ese aspecto a la segunda entrega).
Otro aspecto digno de mención es la inclusión de Daigoro como personaje de desarrollo. Durante los inicios del film tiene unos veinte minutos para adjudicarse un importante protagonismo que habitualmente le corresponde a su padre. Como siempre Akihiro Tomikawa se comporta por encima de las posibilidades que ofrece su corta edad y hace exactamente lo que se espera de él.
Me ahorraré el comentario final, aquellos que hayan visto ya hasta la cuarta película no necesitarán que les recomiende la quinta para que la vean.
LW&C: In Land of Demons (1973)
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