Un show que vale la pena
Por Master of Hate
Por falta de tiempo no había comentado “Rules of Dating” aunque recuerdo que me pareció una cinta por encima del promedio. Ahora con “The Show Must Go On” creo que va siendo necesario reconocer que Han Jae-rim tiene la capacidad necesaria para desprenderse del montón y poner a nuestra disposición trabajos bien logrados y, quizás con el tiempo, una sorpresa mayúscula.
“The Show Must Go on” es la historia de In-gu (Song Kang-ho) un hombre que ha vivido 20 años en el mundo de la mafia esperando poder algún día conseguir lo suficiente para sacar adelante a su familia. A pesar de su dedicación y lealtad hacia la organización las cosas no lucen nada bien ya que las disputas internas con el hermano del jefe están por estropear sus planes. Además de esto, In-gu tiene que enfrentarse a los constantes reproches de su esposa y al rencor de su hija quien desprecia su trabajo. La vida de este hombre se desmorona rápidamente, pero él lucha por no caer.
Dirigir una cinta de gángsteres parece ser el sueño de todo director surcoreano, y es que da la impresión de que tarde o temprano todos quieren hacer una película así (aunque en este caso, en gran parte también es un drama familiar). Esto no supone algo negativo cuando hay un guión sólido y las ideas suficientes para construir un filme que vaya más allá de lo que ya se ha visto hasta ahora. “The Show Must Go on” toma la vida de un hombre; muestra su debacle y su lucha por no perder lo que ha conseguido. Así de simple es la trama, pero aunque parezca sencilla, el director sabe como ganarse el interés del espectador y mantenerlo pendiente en todo momento.
No es ninguna sorpresa el que uno de los alicientes más importantes para visionar este trabajo sea la gran actuación de Song Kang-ho {“The Host”, “Memories of Morder”), pero es finalmente el director el que construye una historia sólida, una especie de tragicomedia que refleja las desventuras de un padre amoroso que tiene que lidiar con su mala suerte y un alud de problemas.
Probablemente no estemos ante la película del año, tampoco al trabajo más representativo del cine de gángsteres, pero sí tenemos una cinta que, combinando un poco de todo, logra entretener y además tiene el potencial de gustar a distintos tipos de público. En definitiva, un trabajo que vale la pena.
“The Show Must Go on” es la historia de In-gu (Song Kang-ho) un hombre que ha vivido 20 años en el mundo de la mafia esperando poder algún día conseguir lo suficiente para sacar adelante a su familia. A pesar de su dedicación y lealtad hacia la organización las cosas no lucen nada bien ya que las disputas internas con el hermano del jefe están por estropear sus planes. Además de esto, In-gu tiene que enfrentarse a los constantes reproches de su esposa y al rencor de su hija quien desprecia su trabajo. La vida de este hombre se desmorona rápidamente, pero él lucha por no caer.
Dirigir una cinta de gángsteres parece ser el sueño de todo director surcoreano, y es que da la impresión de que tarde o temprano todos quieren hacer una película así (aunque en este caso, en gran parte también es un drama familiar). Esto no supone algo negativo cuando hay un guión sólido y las ideas suficientes para construir un filme que vaya más allá de lo que ya se ha visto hasta ahora. “The Show Must Go on” toma la vida de un hombre; muestra su debacle y su lucha por no perder lo que ha conseguido. Así de simple es la trama, pero aunque parezca sencilla, el director sabe como ganarse el interés del espectador y mantenerlo pendiente en todo momento.
No es ninguna sorpresa el que uno de los alicientes más importantes para visionar este trabajo sea la gran actuación de Song Kang-ho {“The Host”, “Memories of Morder”), pero es finalmente el director el que construye una historia sólida, una especie de tragicomedia que refleja las desventuras de un padre amoroso que tiene que lidiar con su mala suerte y un alud de problemas.
Probablemente no estemos ante la película del año, tampoco al trabajo más representativo del cine de gángsteres, pero sí tenemos una cinta que, combinando un poco de todo, logra entretener y además tiene el potencial de gustar a distintos tipos de público. En definitiva, un trabajo que vale la pena.
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