El monstruo
Por Fingolfin
“The Pot Worth a Million ryo” y “The Secret of the Urn”, además de tener a Tange Sazen como protagonista, tenian títulos demasiado similares para pensar en una historia distinta. Sin embargo Hideo Gosha hace una transformación completa, donde el único detalle que se guarda es la leyenda de la vasija.
Tange recibe el encargo de su clan para eliminar al espía que se oculta entre ellos, que no es ni mas ni menos que su propio amigo. Durante su encuentro, recibe un corte en el ojo y pierde el brazo izquierdo, consiguiendo salvarse de milagro y desapareciendo durante mucho tiempo.
Por otra parte, el encargado del Shogun otorga a la familia Yagyu el extraño privilegio de llevar a cabo la restauración del santuario de Nikko Toshogu, que cada 20 años provoca crisis económicas en los clanes ocupados de la labor. Para hacer frente a los gastos necesitarán recuperar la vasija del millón de ryo que les fue sustraida mientras la guardaban.
El tono que Hideo Gosha le da a este film lo distancia completamente de la versión de 1935, dandole un cariz mucho más serio y argumentalmente cuidado. Prueba de la diferencia es que en “The Secret of the Urn” la acción toma un papel muy importante frente a su inexistencia en la otra versión.
La perdida del ojo y el brazo de nuetro protagonista puede dar la impresión de estar fuertemente manipulada para aquellos que ya conocemos al personaje. Si en Kenshin tuvieron que hacer 4 OVAs para explicar de forma maravillosa los dos cortes de su cara, aquí tenemos 2 minutos para hacer algo parecido. Sin embargo, aquellos que no conozcan a Tange Sazen seguramente no noten nada.
Después de aquel incidente, nuestro protagonista desaparece de escena, poniendo en otro apriento al director, ya que provocar su regreso de manera precipitada quedaría mas forzado aún y retrasarlo mucho alargaria demasiado la duración del film. La solución empleada por Gosha es de sobresaliente. Sin utilizar un intervalo de tiempo muy amplio, en el momento de su reaparición ni siquiera nos acordamos de él, por lo que además de arreglar la situación nos deja una sorpresa espectacular.
La personalidad de Tange Sazen sufre una importante evolución entre las dos películas que vengo relacionando en todo el comentario. Así, en la de 1935 es un hombre orgulloso, compasivo, y que no emplea la violencia salvo que sea imprescindible. En la que estamos tratando hoy llega a recordarnos en algunos momentos al Ryunosuke de “Daibosatsu Toge”, con una actitud que roza la demencia y una risa malevola que utiliza durante casi todo el metraje.
Como se habrá podido comprobar después de tres parrafos hablando de él, en esta ocasión es protagonista indiscutible del film, llevandose una buena cantidad de minutos de pantalla y provocando los mejores combates con su particular estilo manco.
Pese a que Hideo Gosha es uno de los clásicos del cine samurai, sus películas nunca me han parecido gozar de demasiado encanto. Aunque practicamente todas ellas cuentan con argumentos estupendamente trabajados, siempre he encontrado fallos que las han alejado de mis favoritas. Valorando “Tange Sazen and the Secret of the Urn” en el contexto de los otros films del director, quizás sea una buena elección. Por lo demás solo recomendable.
Tange recibe el encargo de su clan para eliminar al espía que se oculta entre ellos, que no es ni mas ni menos que su propio amigo. Durante su encuentro, recibe un corte en el ojo y pierde el brazo izquierdo, consiguiendo salvarse de milagro y desapareciendo durante mucho tiempo.
Por otra parte, el encargado del Shogun otorga a la familia Yagyu el extraño privilegio de llevar a cabo la restauración del santuario de Nikko Toshogu, que cada 20 años provoca crisis económicas en los clanes ocupados de la labor. Para hacer frente a los gastos necesitarán recuperar la vasija del millón de ryo que les fue sustraida mientras la guardaban.
El tono que Hideo Gosha le da a este film lo distancia completamente de la versión de 1935, dandole un cariz mucho más serio y argumentalmente cuidado. Prueba de la diferencia es que en “The Secret of the Urn” la acción toma un papel muy importante frente a su inexistencia en la otra versión.
La perdida del ojo y el brazo de nuetro protagonista puede dar la impresión de estar fuertemente manipulada para aquellos que ya conocemos al personaje. Si en Kenshin tuvieron que hacer 4 OVAs para explicar de forma maravillosa los dos cortes de su cara, aquí tenemos 2 minutos para hacer algo parecido. Sin embargo, aquellos que no conozcan a Tange Sazen seguramente no noten nada.
Después de aquel incidente, nuestro protagonista desaparece de escena, poniendo en otro apriento al director, ya que provocar su regreso de manera precipitada quedaría mas forzado aún y retrasarlo mucho alargaria demasiado la duración del film. La solución empleada por Gosha es de sobresaliente. Sin utilizar un intervalo de tiempo muy amplio, en el momento de su reaparición ni siquiera nos acordamos de él, por lo que además de arreglar la situación nos deja una sorpresa espectacular.
La personalidad de Tange Sazen sufre una importante evolución entre las dos películas que vengo relacionando en todo el comentario. Así, en la de 1935 es un hombre orgulloso, compasivo, y que no emplea la violencia salvo que sea imprescindible. En la que estamos tratando hoy llega a recordarnos en algunos momentos al Ryunosuke de “Daibosatsu Toge”, con una actitud que roza la demencia y una risa malevola que utiliza durante casi todo el metraje.
Como se habrá podido comprobar después de tres parrafos hablando de él, en esta ocasión es protagonista indiscutible del film, llevandose una buena cantidad de minutos de pantalla y provocando los mejores combates con su particular estilo manco.
Pese a que Hideo Gosha es uno de los clásicos del cine samurai, sus películas nunca me han parecido gozar de demasiado encanto. Aunque practicamente todas ellas cuentan con argumentos estupendamente trabajados, siempre he encontrado fallos que las han alejado de mis favoritas. Valorando “Tange Sazen and the Secret of the Urn” en el contexto de los otros films del director, quizás sea una buena elección. Por lo demás solo recomendable.
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