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Red Shadow (1961)


La espada del tesoro
Por Fingolfin

“Red Shadow” es otro de los grandes clásicos del cine samurai dirigido por Shigehiro Ozawa y rodada justo después de su otra célebre obra “Festival of Swordsmen”. En esta ocasión también hay un torneo de por medio, pero las luchas son menos relevantes y nuestro protagonista no toma parte en ellas.

Una mujer ninja instruye a su hijo bastardo en el arte del ninjutsu, convirtiéndole en un excelente luchador. Llegado el momento, el Shogun Iemitsu convoca una serie de enfrentamientos entre los mejores guerreros del país, recibiendo cada uno de los vencedores una de las 10 grandes espadas que pertenecieron al mítico Ieyasu. La misión del joven (llamado así mismo “La Sombra”) será descubrir cual de esas hojas porta el grabado que les descubrirá el lugar donde se guarda el dinero de la familia Toyotomi, escondido antes de su caída.

La iba a considerar película “de ninjas”, pero la verdad es que, pese a la presencia de personajes como Hanzo Hattori y “La Sombra”, la mayoría de características encajan más con el chambara clásico. Por lo tanto elimino el temor a esos efectos especiales, en ocasiones tan poco cuidados, que rodean el género.

Los combates del torneo consiguen el realismo a través del respeto entre los contendientes. Ninguno se abalanza sobre el otro como un simple actor que hace su trabajo, sino que se estudian durante bastante tiempo y buscan la mejor forma de atacar. En el resto de coreografías (monopolizadas por “La Sombra”) toma una mayor importancia el aspecto ninja, haciendo aparición algunos saltos y movimientos rápidos espectaculares.

La incertidumbre sobre el padre de nuestro protagonista, la procedencia real de su madre y las relaciones entre las familias terminan convirtiendo la parte final en el desenlace de un auténtico culebrón, olvidando por completo la presentación que se había hecho de la película y tirando un poco por tierra todo lo que había pasado antes.
No era la forma en la que esperaba que acabara, pero al menos el punto y final me pareció de buena factura, con un coro musical al que cambiando la letra un poco te podía hacer recordar el principio y el final de “Throne of Blood”.

90 minutos de chambara clásico en estado puro. La mejor cura para el aburrimiento y para pasar un buen rato, sobretodo los que nos deleitamos en estas películas.

1 comentario:

BUDOKAN dijo...

Otra genial película de samurais que agendo y desconocía. Saludos!