Crónica de una guerra
Por Fingolfin
Cuando hablamos de Japón en el siglo XVI habitualmente lo hacemos pensando en un peliculón con una temática interesantísima que rara vez nos ha fallado. Los protagonistas son Shigen Takeda y Kenshin Uesugi, dos grandes guerreros que se enfrentaron en multitud de batallas.
Takeda, ansioso por extender sus territorios y alcanzar el mar, señala como objetivo la región de Echigo. Uesugui (el tigre de Echigo) hizo una promesa de defender su tierra a toda costa, sacrificando a su propio hermano y alejando todos los placeres de su vida. Además de la sabiduría de cada uno, tienen detrás grandes estrategas como Yamamoto Kansuke y Wusami Suruga.
Otra de esas grandes superproducciones plagadas de extras, colorido, caballos, armaduras y escenarios de ensueño. Otra partida de ajedrez con dos líderes que controlan a sus hombres como piezas y despliegan sus inteligentes estrategias sobre el tablero. La mayoría de ellas se anuncian con subtítulos y en alguna que otra se especifica su inclusión en el libro de Yamamoto Kansuke.
Pese a que el director trata de mantener la guerra desde el punto de vista de los dos bandos de forma relativamente neutra, es evidente que la importancia de Kagetora (Uesugi) es la que más tira, condicionando al espectador a ir siempre con el que defiende y no con el invasor. Personalmente siempre he sido un gran admirador de Takeda, por lo que salvo en alguna escena aislada no ha conseguido llevarme a su terreno; otros lo tendrán más difícil.
La acción es espectacular. En un solo fotograma se puede apreciar una gran diversidad de escenas de lucha. Mientras avanza la caballería de Uesugi dos grupos de piqueros de rojo y negro se enfrentan unos con otros y multitud de samuráis desperdigados se baten en duelos. Este tipo de tomas están logradas de manera impresionante, sin nada que envidiar a las grandes y modernas superproducciones americanas. El punto débil como suele ser habitual se centra en los detalles minimalistas de la batalla, es decir, los primeros planos de lucha, que carecen de realismo y son demasiado lentos. Mención aparte para los combates entre los grandes personajes del film.
La música pasa desapercibida. No porque sea mala o regular, sino porque encaja perfectamente con las escenas y pasa a formar parte del “todo”. Solo durante la batalla final tiene momentos donde se baja el sonido escénico para dar paso a una hermosa pieza, y en alguna que otra ocasión podemos disfrutar de la melodía de la flauta de Nami.
Las actuaciones son bastante buenas por parte de todos los actores, tanto primarios, secundarios como extras. Resulta extraño que ninguna mujer tenga actuación destacada y solo dos tengan diálogos (algo raro en el chambara pero un poco más frecuente en este tipo de películas).
No tenía dudas tras escuchar comentarios y opiniones sobre “Heaven and Earth” de que iba a ser una gran producción. Lo que no me imaginaba ni de lejos es que sería tan espectacular visualmente y tan acertada en todos los demás aspectos. Recomendada para todos los amantes de la épica y especialmente aquellos que disfrutaron recientemente de los detalles estratégicos de “Battle of Wits”.
Takeda, ansioso por extender sus territorios y alcanzar el mar, señala como objetivo la región de Echigo. Uesugui (el tigre de Echigo) hizo una promesa de defender su tierra a toda costa, sacrificando a su propio hermano y alejando todos los placeres de su vida. Además de la sabiduría de cada uno, tienen detrás grandes estrategas como Yamamoto Kansuke y Wusami Suruga.
Otra de esas grandes superproducciones plagadas de extras, colorido, caballos, armaduras y escenarios de ensueño. Otra partida de ajedrez con dos líderes que controlan a sus hombres como piezas y despliegan sus inteligentes estrategias sobre el tablero. La mayoría de ellas se anuncian con subtítulos y en alguna que otra se especifica su inclusión en el libro de Yamamoto Kansuke.
Pese a que el director trata de mantener la guerra desde el punto de vista de los dos bandos de forma relativamente neutra, es evidente que la importancia de Kagetora (Uesugi) es la que más tira, condicionando al espectador a ir siempre con el que defiende y no con el invasor. Personalmente siempre he sido un gran admirador de Takeda, por lo que salvo en alguna escena aislada no ha conseguido llevarme a su terreno; otros lo tendrán más difícil.
La acción es espectacular. En un solo fotograma se puede apreciar una gran diversidad de escenas de lucha. Mientras avanza la caballería de Uesugi dos grupos de piqueros de rojo y negro se enfrentan unos con otros y multitud de samuráis desperdigados se baten en duelos. Este tipo de tomas están logradas de manera impresionante, sin nada que envidiar a las grandes y modernas superproducciones americanas. El punto débil como suele ser habitual se centra en los detalles minimalistas de la batalla, es decir, los primeros planos de lucha, que carecen de realismo y son demasiado lentos. Mención aparte para los combates entre los grandes personajes del film.
La música pasa desapercibida. No porque sea mala o regular, sino porque encaja perfectamente con las escenas y pasa a formar parte del “todo”. Solo durante la batalla final tiene momentos donde se baja el sonido escénico para dar paso a una hermosa pieza, y en alguna que otra ocasión podemos disfrutar de la melodía de la flauta de Nami.
Las actuaciones son bastante buenas por parte de todos los actores, tanto primarios, secundarios como extras. Resulta extraño que ninguna mujer tenga actuación destacada y solo dos tengan diálogos (algo raro en el chambara pero un poco más frecuente en este tipo de películas).
No tenía dudas tras escuchar comentarios y opiniones sobre “Heaven and Earth” de que iba a ser una gran producción. Lo que no me imaginaba ni de lejos es que sería tan espectacular visualmente y tan acertada en todos los demás aspectos. Recomendada para todos los amantes de la épica y especialmente aquellos que disfrutaron recientemente de los detalles estratégicos de “Battle of Wits”.
2 comentarios:
Siempre admiré este concepto de cielo e infierno, tierra-luna, que tienes los orientales como idea de totalidad. Felices Fiestas!
Una pequeña correccion, a Uesugui Kenshin se le conocía como el dragón de Echigo, era a Takeda Shingen al que llamaban tigre de Kai
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