Western nipón
Por Squareta
Película de Takashi Miike que viene a ser una especie de remake frikeado de “Django”, el famoso spaghetti western que Sergio Corbucci daba a luz por la década de los sesenta.
Para esta versión, Miike adapta algo de la historia de las Guerras Genpei entre los clanes Minamoto y Taira que lucharon en Japón. Cientos de años después de la batalla de Dannoura, los clanes Genji (Minamoto) y Heike (Taira) se encuentran en un oculto pueblo de montaña en donde, cuenta la leyenda, hay un tesoro enterrado. Y mientras los violentos clanes están en busca del tesoro, los pocos ciudadanos que están quedando en el pueblo deciden abandonarlo impotentemente. La situación se hará aún más insostenible cuando un solitario y hábil pistolero llegue al pueblo, provocando que ambos clanes se disputen sus servicios.
A primera vista y hablando generalmente, es una entretenida cinta, cargada de acción, de un humor absurdo y una excelente estética. Partiendo con un gran prólogo, se va narrando la esencia de la historia y al mismo tiempo se van conociendo a los personajes (que los hay desde los muy hábiles con las armas hasta a los bipolares), para ir avanzando de a poco hasta la gran cúspide de la misma: la inevitable pelea entre los clanes. En cuanto este momento llega, se deja volar toda la imaginación y la sangre, provocando escenas llenas de locura y gracia.
La caracterización de los personajes me pareció muy buena y llegan a causar mucha risa por algunos momentos. Y recalco “algunos” pues, dado que sus diálogos no eran de lo más elaborados, otros simplemente parecían estúpidos. Los actores estaban también muy bien elegidos pero lamentablemente, pesa el hecho de que les hagan hablar inglés, ya que esa extraña pronunciación anglo-nipona molesta un poco (aunque se puede olvidar fácilmente). Esta mezcla entre oriente y occidente no se queda sólo en el idioma, sino en toda la cinta en general, pues básicamente la película trata de cowboys asiáticos. Aunque el elemento occidental más notorio es ver al mismísimo Quentin Tarantino en la actuación. Está bien, a más de algún fanático o autodenominado alternativo le puede parecer increíble la mezcla de dos famosillos alternativos del cine, pero a mí me pareció innecesaria su inclusión. Peor aún fue el hecho que su actuación funcionó muy bien como elemento de marketing, ya que fueron muchos los que llegaron al cine a ver lo nuevo de “Tarantino”, cosa que por supuesto no es necesaria, pues la película tiene meritos de sobra como para brillar por ella misma. Esos híbridos no me parecieron acertados, aunque sí que disfruté viendo la mezcla de vaqueros y samuráis, peleando con pistolas y katanas.
Los puntos verdaderamente sorprendentes de la película son, sin embargo, la lograda fotografía, los excelentes decorados y el uso de un colorido tan vivaz que le otorgan un excepcional logro y justificativo de cualquier premio para este extraño western nipón.
En resumidas cuentas, la película no es del todo perfecta, tiene una duración superior a lo que puede sostener su trama, pero a la hora de la acción y de lo no convencional la película es buena y recomendable para todos los amantes del western, del cine de Miike y de las rarezas en general.
Para esta versión, Miike adapta algo de la historia de las Guerras Genpei entre los clanes Minamoto y Taira que lucharon en Japón. Cientos de años después de la batalla de Dannoura, los clanes Genji (Minamoto) y Heike (Taira) se encuentran en un oculto pueblo de montaña en donde, cuenta la leyenda, hay un tesoro enterrado. Y mientras los violentos clanes están en busca del tesoro, los pocos ciudadanos que están quedando en el pueblo deciden abandonarlo impotentemente. La situación se hará aún más insostenible cuando un solitario y hábil pistolero llegue al pueblo, provocando que ambos clanes se disputen sus servicios.
A primera vista y hablando generalmente, es una entretenida cinta, cargada de acción, de un humor absurdo y una excelente estética. Partiendo con un gran prólogo, se va narrando la esencia de la historia y al mismo tiempo se van conociendo a los personajes (que los hay desde los muy hábiles con las armas hasta a los bipolares), para ir avanzando de a poco hasta la gran cúspide de la misma: la inevitable pelea entre los clanes. En cuanto este momento llega, se deja volar toda la imaginación y la sangre, provocando escenas llenas de locura y gracia.
La caracterización de los personajes me pareció muy buena y llegan a causar mucha risa por algunos momentos. Y recalco “algunos” pues, dado que sus diálogos no eran de lo más elaborados, otros simplemente parecían estúpidos. Los actores estaban también muy bien elegidos pero lamentablemente, pesa el hecho de que les hagan hablar inglés, ya que esa extraña pronunciación anglo-nipona molesta un poco (aunque se puede olvidar fácilmente). Esta mezcla entre oriente y occidente no se queda sólo en el idioma, sino en toda la cinta en general, pues básicamente la película trata de cowboys asiáticos. Aunque el elemento occidental más notorio es ver al mismísimo Quentin Tarantino en la actuación. Está bien, a más de algún fanático o autodenominado alternativo le puede parecer increíble la mezcla de dos famosillos alternativos del cine, pero a mí me pareció innecesaria su inclusión. Peor aún fue el hecho que su actuación funcionó muy bien como elemento de marketing, ya que fueron muchos los que llegaron al cine a ver lo nuevo de “Tarantino”, cosa que por supuesto no es necesaria, pues la película tiene meritos de sobra como para brillar por ella misma. Esos híbridos no me parecieron acertados, aunque sí que disfruté viendo la mezcla de vaqueros y samuráis, peleando con pistolas y katanas.
Los puntos verdaderamente sorprendentes de la película son, sin embargo, la lograda fotografía, los excelentes decorados y el uso de un colorido tan vivaz que le otorgan un excepcional logro y justificativo de cualquier premio para este extraño western nipón.
En resumidas cuentas, la película no es del todo perfecta, tiene una duración superior a lo que puede sostener su trama, pero a la hora de la acción y de lo no convencional la película es buena y recomendable para todos los amantes del western, del cine de Miike y de las rarezas en general.